sábado, 5 de septiembre de 2015

la gente "no homofóbica" dice

"Yo no soy homofóbic@. Los gay (dicho despacito) son súper buenas personas. De hecho, tengo un amigo que es gay... y lo adoro, y le digo "ay, eres tan guapa" y andamos de la mano por la calle..."
Últimamente he escuchado muchas conversaciones que van en este tono y debo decir que me dan entre rabia y risa. Por un lado, estoy maravillada con que, incluso en los círculos más religiosos (que conozco y con población de menos de 60 años) ya nadie sienta un impulso violento por golpear homosexuales para que se les pase. Pero por otro, me impresiona lo inconsistentes que son las personas, no solo a nivel de acción, sino incluso en su discurso.
Me tomaré la libertad de comentar la declaración "inclusiva" que cito arriba para evidenciar el problema.
1. "Yo no soy homofóbico". Fantástico. Felicidades. La sociedad está un paso más adelante porque hayas adoptado esta actitud (y juro que no estoy siendo sarcástica). La población homosexual ha sido dañada ya lo suficiente a lo largo de la historia como para que alguien en pleno siglo XXI se de el lujo de ofrecer un trato vejatorio hacia alguien que tiene una conducta, a su juicio, incorrecta. Esta disposición se vuelve aún más ridícula si tenemos en cuenta que, en muchos casos, se criminaliza (por creencias personales) a alguien que a todas luces ha sido vulnerado por otro. Con esto no quiero decir que me explique a mi misma la homosexualidad como la "terrible" consecuencia de abusos sexuales, sin embargo, la evidencia indica que efectivamente una buena porción de personas que fueron abusadas en su niñez son, posteriormente y a causa del abuso, homosexuales. Sin duda existe una deuda pendiente con todas aquellas personas que fueron sujeto de delito, por lo que, creo, 'cargarles la mata' encima de esta injusticia es completamente absurdo.
Y sin embargo, debo preguntar ¿Qué entendemos por homosexualidad? Porque pareciera ser que el homosexual que no discriminamos es exclusivamente hombre. Por lo que veo a mi alrededor, parece mucho más aceptable que un hombre sea homosexual a que una mujer sea lesbiana, pues lo último sigue siendo percibido como antinatural, egoísta, peligroso y pervertido.
2. "Los gay (dicho despacito)". Muy brevemente diré que me impresiona que las personas no quieran ser escuchadas diciendo cosas de este tipo, como si pensar de esta manera fuera un crimen.
3. "son súper buenas personas". Espera... ¿Qué? ¿todos ellos? ¿y exclusivamente por el hecho de ser gays? Esta es de las frases que más me revienta. La gente es buena/mala o, mejor dicho, acierta o se equivoca, en todas partes, en todos los contextos y sin relación con su orientación sexual. No todos los homosexuales son buenas personas, de la misma manera en que no lo son ni todos los heterosexuales, ni todas las monjas, ni todos los pelirrojos (bueno, quizá si), ni todos los cuicos, ni todos los mapuches, ni los canadienses ni nada. Las personas son personas siempre y lo único que las hace mejores o peores son sus propias decisiones, no la genética, ni la nacionalidad, ni la religión, ni la raza, ni la orientación sexual, etc. Y desde mi particular punto de vista cristiano, creo que estamos todos podridos en lo más profundo del corazón.
4."de hecho, tengo un amigo gay... y lo adoro", dicen, como la señora del otro día que dijo que tenía una nana mapuche y que la trataba bien. Si fuéramos tan poco discriminadores, los apellidos con los que clasificamos a nuestros amigos estarían fuera de lugar. ¿Acaso uno explicita siempre de qué tipo son los amigos? Para mi es como decir "no soy racista, de hecho tengo un amigo de pelo negro", es decir, no tiene sentido. debemos aprender que las personas son personas y ya y que su valor y dignidad le son incondicionales. Una repasadita a los primeros artículos de la declaración universal de derechos humanos no le vendría mal a nadie.
Y debo hacer aquí una pequeña acotación ¿cuál es la obsesión de las personas por tener (y por supuesto, declarar) un amigo gay? Un amigo una vez me dijo, por supuesto a modo de talla, que deberíamos conocer más gente homosexual porque estaba chato de ser el amigo top. Es como si fuese un requisito para ser una "mina top" tener un amigo gay que te acompañe a comprar, con el que se pinten las uñas y puedan tomar cosmopolitan en un bar mientras cotizan hombres. Hay hasta una película en netflix sobre unas minas rosadas de secundaria que se pelean por tener al "amigo gay". ¿Y si a tu amigo gay le gusta jugar a la pelota? ¿y si tu amigo gay se aburre terriblemente en el mall? ¿y si tienes un amigo completamente hetero que tiene mejor gusto para la ropa...?
5. "y le digo "ay, eres tan guapa"". ¡Dios Santo, gente! ¡Entiendan de una vez! ¡Travesti, transgénero y homosexual son cosas distintas! un hombre afeminado no es necesariamente gay, una mujer amachada no es necesariamente lesbiana, son formas de ser de cada uno y ya. Y la homosexualidad no implica tampoco sentirse del otro sexo, ese es el punto, ¿no? que a un hombre le gustan los hombres y no que un hombre-mujer le gustan los hombres, lo mismo con las mujeres. Y por último, el travestismo es también un tipo de espectáculo que no tiene relación alguna con la identidad de género del que la performa. Así que ya basta de tratar a las mujeres homosexuales de "mijito rico" y a los hombres homosexuales de "mina", que no se relaciona directamente una cosa con otra. Además ¿quién dicta lo que es femenino y lo que es masculino? A mi esposo le carga jugar a la pelota y tengo evidencia de primera fuente de que no es homosexual. A mi no me gustan las teleseries y tampoco soy lesbiana. Just stop it.
6. "y andamos de la mano por la calle". Fantástico, exhibe tu trofeo, tu fenómeno, tu prueba de ser mejor que el resto. Si no andas de la mano con tus amigos del mismo género no veo por qué hacerlo con un homosexual.

Y en fin. A veces hay que decidir cuando las cosas están en blanco o negro.
El discurso es poderoso y cada una de las palabras que decidimos usar, dentro de un vasto universo de palabras, significa algo en particular, simboliza lo que pienso, transparenta mi ideología y deja ver, por supuesto, las inconsistencias que en mi mismo contengo.
Aunque lo que he escrito hasta ahora suene muy violento, no es esa mi intención, sino mas bien, no quiero otra cosa que dejar en evidencia el mucho camino que nos queda por recorrer en cuanto a la integración y valoración de la diversidad humana. 
Y por supuesto, hacer un llamado de atención sobre el uso de la poderosa herramienta que es el lenguaje y que, citando a Pablo en Santiago 3 es una pequeña llama, que puede dar calor y luz; pero también, incendiar un bosque entero.





sábado, 8 de agosto de 2015

Bullshit

Mucho ruido y pocas nueces. Casi nada de nueces, y para los elegidos nomás.
Puro ruido.

martes, 28 de julio de 2015

Spoiler alert. Solo canutos, o podría resultar particularmente irritante

Necesito un milagro.
Generalmente utilizo este blog con un fin exclusivamente purgativo. Ocasionalmente alguien lee. Y muy raramente alguien comenta. Por lo tanto obtener respuesta mediante este canal constituiría de por sí un milagro, además del que realmente necesito.
Aclarado este punto, es momento de las advertencias. El siguiente documento versa sobre el existencialismo, el cristianismo y la salud mental. Si no puede convivir con una cruza de estos tres temas o alguno de ellos le saca roncha, le pido, por favor, que detenga de inmediato la lectura.
Dicho esto, vamos al meollo.
Nos fuimos a la B.
Tengo un alumno (bueno, varios, pero uno en particular) que estaba bastante complicado cuando lo conocí, y yo, que en ese momento me encontraba en la certeza misma de la fe, decidí hacerme cargo, dentro de lo que pudiera, de ayudarlo. Largas conversaciones me llevaron a diagnosticar que lo que realmente necesitaba no eran las largas conversaciones, sino más bien, lo mismo que necesito yo ahora: un milagro, ahí mismo, en su nariz. Un inexplicable, evidente y claro milagro, que cortara de una vez todas las dudas y sanjara la discusión. Así que me puse a orar. Todos... los cochinos... y santos... días... un año entero... orando sin pausa... para que el milagro... sucediera.
Completado el plazo puse fin a mi cometido y seguí la vida con la esperanza de que el mensaje había sido recibido, mi petición estaba siendo revisada y, dentro de algún plazo razonable, recibiría la respuesta solicitada.
A inicios de este año, la respuesta llegó. He ahí, frente a sus narices e incluso por medio de el mismo, los milagros que tanto necesitaba. La fe restaurada absolutamente, Dios satisfecho, yo por pagada y todos tan contentos.
Hoy volví a conversar con dicho estudiante y me siguió contando las largas maravillas que Dios había prodigado frente a sus ojos. Y yo ni siquiera pude sonreír sinceramente. Me inundó la misma pena, la misma angustia que sentí con tanta intensidad en el 2008 y que por poco me destruye:
La agonía del cristianismo.
¿Cómo es que estas cosas nunca pasan frente a mí? ¿Cuáles son las probabilidades de que una persona, en al menos 15 años de cristianismo consciente y asistencia regular a iglesias y eventos nunca haya vivido una auténtica manifestación carismática? ¿Qué impide que alguien entre en contacto real con Dios a pesar de años de oraciones, ayunos, ofrendas, retiros, devocionales, lecturas bíblicas, misiones, y férrea obstinación por creer?
No me mal interpretes. De ninguna manera pongo en duda la existencia de Dios, del Espíritu o de Jesucristo. Tal es mi convicción que la sola idea de decir "Yo creo que Dios existe" me parece absurda por su obviedad. Y sin embargo ¿Por qué tengo la constante sensación de que no tiene nada que ver conmigo?
2008 fue un año terrible para mi, porque entré a la universidad y aprendí a cuestionar el mundo, a plantear preguntas e hipótesis y a valorar la utilidad de los argumentos para creer/confiar/comprender algo. Sumado a esto, mi tiempo para asistir a actividades "espirituales" en el entorno de iglesia se vio reducido drásticamente y la falta de "congregación" me pasó la cuenta. Fue un año muy angustiante, porque se remeció el pilar más sólido de mi vida, pero para ser justos, también fue un año de clarividencia. La curiosidad por conocer a Dios abrió lo que no tiene más justo nombre que "la caja de Pandora" y cientos de preguntas comenzaron a acosarme noche y día:
¿Por qué el ser y no la nada? ¿Por qué Dios y no dios? ¿Por qué el hombre? ¿Por qué tentar de manera tan ponzoñosa al ser humano dejando un árbol de fruto deseable en la mitad del Edén junto con una prohibición? ¿Por qué el bien es bueno y el mal es malo? ¿Qué criterio usó Dios para definir el bien y el mal? ¿Por qué el pecado? ¿Por qué la convención por una tendencia al pecado que no escogimos? ¿Por qué Dios escoge? ¿Por qué Dios condena por "haberlo rechazado" a los que el mismo dejó fuera desde un principio? ¿por qué leer la biblia? ¿Quién la construyo? ¿Por qué creer que la biblia es milagrosamente coherente y no mas bien perversamente intencionada? ¿por qué cantares está en la biblia y no otros libros más instructivos? ¿Por qué cartas personales publicadas en la biblia deben ser entendidas como verdades universales? ¿Por qué esta religión y no otra? ¿Por qué Jah, Jahve, Allah, Bhagaban, Krishna, Wahegurú, no son nombres afines? ¿Por qué se ora si Dios ya conoce de antemano todo lo que sentimos, pensamos y vivimos? ¿Qué sentido tiene orar a Dios con un objetivo específico? ¿Acaso podemos hacerlo cambiar de parecer? ¿Por qué la paga del pecado es la muerte? ¿Dios creó esa ley o es más bien una especie de ley universal a la que Dios mismo obedece? Y en ese caso ¿Hay algo más grande que Dios? ¿Por qué se vive en iglesia? ¿Por qué con los hermanos uno se "anima" y sin ellos se "desanima"? ¿No será que en comunidad es más fácil mantener la sugestión? ¿Cuál es la relación entre el ayuno y la intimidad con Dios? ¿Por qué se predica si Dios tiene un tiempo para cada uno? ¿Por qué Dios prefiere la fe en vez del conocimiento? ¿Por qué "carne" es malo" pero "natural" es bueno? (por ejemplo ser homosexual es "malo" por que es "contra la naturaleza de las personas", sin embargo, el adulterio es igualmente pecaminoso a pesar de ser una tendencia natural). ¿Qué culpa tuvieron el Caín, Esaú, Faraón, Saúl, Judas, etc, de no caerle en gracia a Dios? ¿Por qué hacer el mal condena pero hacer el bien no salva?
Todo esto y mucho más rondó (y ronda aun) mi cabeza (algunas de estas preguntas tienen respuesta para mí, pero la mayoría sigue en la misma abominable incertidumbre), pero una pregunta caló más hondo que todas estas: muy bien, poniéndonos en el caso de que todas las preguntas anteriores tuvieran una respuesta clara para mí, y asumiendo que dios es Jah, es creador, es bueno, es amoroso, es santo, aborrece el pecado y tiene planes perfectos... ¿Qué rayos tiene que ver conmigo?
Y aquí es donde tengo un temor indecible. Temo ser mal agradecida y soberbia, pero la duda me consume: ¿Y si Dios no me tiene en sus planes? ¿Y si todos estos 25 años no he vivido más que una larga pasada de rollo, como la vendedora de fósforos que, desde el crudo invierno de afuera mira la calidez de adentro por la ventana y se conforta soñándose en una calidez, una cena, una familia, a la que nunca tendrá acceso, mientras lentamente cede sus ultimas fuerzas al frío implacable?
Porque la verdad es que no me siento bien: me siento triste, cansada, abúlica, inservible, frustrada, enferma... me siento vieja. Y por Dios, todavía no me termino mis 25.
En 2008 me hice toda clase de preguntas y, sin embargo, hay una sola cosa que jamás me pareció sensato cuestionar: Dios, sea quien sea que es, creó todas las cosas, y toda su creación es hermosa, sorprendente y buena. Estoy maravillada ante lo que creó y, no me importa cómo se llame, cuáles sean sus métodos y qué rayos quiera conmigo, pero el merece ser alabado, porque es grande, poderoso, creativo y talentoso. Y ese pensamiento alegre me salvó. Me devolvió a la vida, y volví a predicar, a enseñar, a creer, (¡A cantar!), a orar, a ayunar, etc.
Es solo que...
esta vez...
ese pensamiento no me reconforta.
Porque nadie puede ser tan idiota como para esperar 25 años algo y mantener la confianza, si hasta Abraham obtuvo respuesta en menos de 20 años.
He hecho de todo. He seguido todas las recetas, he trabajado conmigo misma y con mi carácter, pero lo siento, no me puedo quitar el mal hábito de pensar. Dicen que hay que rendirse y entregarlo todo a los pies de la cruz y lo he hecho con todo, todo salvo una excepción. Mis genes están cagados desde mi nacimiento, desde los 14 años que tengo altos índices de insulina, colesterol y triglicéridos en mi cuerpo. Este es el milagro que quisiera ser lo suficientemente valiente como para pedir: alguien, debe enterarse, y debe orar por mi y yo me haré tres veces los exámenes de sangre y entonces lo sabré: si he sido sanada Dios me cuenta entre los suyos.
Sin embargo, no soy tan valiente, porque por dentro me muero de miedo de la otra posibilidad. Podría no sanar. Podría ir experimentando lentamente la degeneración de mi cuerpo hasta la muerte y, mucho peor aun, la degeneración de mi espíritu, porque si no sano, entonces sabría con toda convicción, que Dios me ha rechazado, que no hay vuelta para mí, que nunca fui escogida y que, por lo tanto, pasaré el resto de mis vidas sabiendo que después de mi muerte solo habrán dos opciones posibles: la condenación eterna o la insufrible, la detestable nada.
Y no puedo vivir con eso.
Así que así están las cosas: necesito esto con urgencia, pero tengo terror a la respuesta. Antes de enterarme que Dios me desprecia, prefiero la incertidumbre, prefiero seguir viviendo en lo que potencialmente es una mentira, pero al menos me deja esperanza y una razón para hacer cosas mejores. Por ahora, me siento como San Manuel Bueno Mártir. Dispuesta vivir esta vida llevando en secreto la pesada carga para que otros conozcan la dicha de ser Familia de Dios. Y seguir predicando, y seguir enseñando, y seguir cantando, hasta que la duda me consuma por completo y del árbol de la vida no quede más que un tronco hueco afirmando un puñado de ramas secas...
o...
Hasta que llegue a mi raíz el río de agua viva prometido y pueda (al fin) vivir en abundancia, crecer y dar sombra fresca y fruto abundante.
Por favor, ruego de corazón y estómago vuelto que si ignoraste mi advertencia y llegaste hasta aquí leyendo me ayudes. Por favor, que seas extremadamente canuto, hayas pasado algo parecido, seas una mujer, vivas en Santiago y tengas disposición a aconsejarme, escucharme largas horas sin juzgarme.
Así que Dios, si estás allá arriba, con toda sinceridad te pido perdón si te ofendo o peco de mal agradecida por menospreciar todo lo que has hecho por mí. Pero la gratitud no me cura esta vez. No puedo seguir en estas condiciones (y no es primera vez que lo digo). Y se que se supone que uno no debe tentarte, pero esto es de vida o muerte, en ambos casos eterna. Necesito evidencia o no puedo seguir.
Es el último minuto. Necesito un gol, o nos vamos a la B.



Probablemente esto sea una herejía contra Camila Moreno, pero creo que, descontextualizando totalmente la canción, así me siento ahora.


lunes, 15 de junio de 2015

Desiste, niña, mientras se pueda

Ahora entiendo por qué todos los profesores me querían hacer desistir cuando estaba estudiando pedagogía. No tiene nada que ver con los estudiantes, no. Ellos son la alegría de cada día, los que me impulsan y te animan. No tiene nada que ver con las clases, no. Ellas son la razón de levantarse cada día y fatigarse trabajando  por un fruto que jamás voy a cosechar. No tiene nada que ver con la profesión ni con el trabajo de docente, porque eso es lo que me motiva cada día.
Es todo lo demás.
Son los apoderados, ellos, los dueños del mundo y la educación, que creen que por pagar una cuota mensual son dueños de mi vida y mi trabajo, como si fueran los clientes del colegio y yo el producto defectuoso que acaban de comprar. Son ellos, los que piensan que economistas, ingenieros, doctores, dueños de casa, constructores, todos, todos son especialistas en educación menos un profesor. 
Son los colegas, ellos, que sienten que se hace mejor el trabajo en otros cursos que de 7º hacia arriba. Ellos que me ven como un desastre porque no logro volver el tiempo atrás y mis adolescentes insisten en comportarse como los maravillosos adolescentes que son en vez de los dóciles niños que eran. Ellos, que no pueden comprender que no mantenga el aseo de la sala, cuando mis alumnos son el doble hacinados en la mitad del espacio. Ellos, que me ven decepcionados como converso con los chicos en el recreo, y piensan que estoy perdiendo el tiempo, y no saben que en esos 10 minutos en el patio puedo hacer mucho más que en 90 en la sala. 
Es la estúpida carga horaria. Son mis miserables 6 horas de preparación de material frente a las 35 de clases. Es ese 17% de mi horario en el que se supone que debo leer cada libro mensual, componer cada prueba, redactar cada instrucción, crear cada rúbrica, corregir cada trabajo, inventar evaluaciones diferenciadas, leer y calificar cada prueba, planificar cada clase, completar el libro de eleccionario, firma y asistencia. 
Son esas dos horas de atención de apoderados. Ellas, el martirio de las entrevistas. Cuando me expongo frente a otro que me ve como una niña inexperta y me invalida, me basurea. Cuando debo responder los correos de psicólogas y psicopedagogía que, con el mismo espíritu intentan sacar a los chicos de donde sus padres los han dejado.
Son las escasas horas libres, cuando veo a mis amigos, a mi esposo, a mi familia, y cada día tengo menos en común con ellos. Porque solo hay dos cosas de las que se hablar: religión y escuela, lo primero demasiado complicado y lo segundo demasiado local. Y nos vamos distanciando y voy perdiendo la pelea. Y me voy sintiendo sola (y si no fuera por el Ángelo).
Y es el desgaste de amarlos tanto a todos, de que me duelan sus heridas, de tenerles (aun) esperanza, de llegar a las clases y poner la mejor cara, la mejor voz, e improvisar con lo que tengo la mejor clase que pueda.
Tan cansada, me miro al espejo y no se dónde se fue el rojo vivo de mi cabeza o la abundancia de mi pelo. Me veo los ojos rodeados de arrugas, la cara cansada y la espalda tensa.
Tengo recién 25.
Ya se que todo profesor tiene complejo de mesías y de mártir, ¿Pero no será demasiado pedir? 
No valla a ser que se me niegue también el derecho a quejarme. 
Ahí si que renuncio a la docencia
y sin clases me seco
y si me seco, me muero.

jueves, 12 de febrero de 2015

Peleando sobre el aborto


Si uno quiere defender la vida ni siquiera debería tomar antibióticos, porque las bacterias son seres vivos. Hablar de la defensa de la vida,en general, es una mentira, porque los seres vivos vivimos de comernos a otros seres vivos. ¡Todos! Yo creo que lo que uno debe defender, si se quiere defender algo, es al ser humano en su vida íntegra. Y un embrión no es un ser humano. El ser humano surge en el momento en que se establece la relación amorosa entre la madre y ese ser que está creciendo en ella. Si esa relación na se establece, no hay ser humano”. (Humberto Maturana)

No voy a ser tan cara de raja como para contradecir lo que diga alguien tan pro como Maturana desde mi relativa ignorancia.
Pero suena un poco nazi decir que si un la madre no establece conexión emocional con el niño en gestacion (es decir, si es "no deseado", que es complejamente similar con "indeseable", con todas las connotaciones posibles), entonces no es un ser humano y puede ser eliminado sin culpa alguna. 
Las cosas como son, el ser humano es ser humano porque es ser humano y no porque sea deseado o no. ¿Debe existir la posibilidad de abortar de manera segura? No lo tengo muy claro, pero creo que si, porque creo en la libertad del ser humano para tomar sus desiciones de manera consciente y responsable. Pero un aborto no es lo mismo que extirparse un tumor, por más que uno lo repita. No estás abortando una parte de tu cuerpo, sino a un otro.
Por otra parte, la despenalizacion absoluta del aborto (o parcial, o como sea) va a ser una solución tan profunda al problema como protegerse del sol en verano usando la mano como visera. Tal vez sea un excelente método para quitar lo que mas te molesta, pero el sol seguirá ahí, quemandote el resto del cuerpo. Tal vez el aborto traiga alivio a mujeres en situaciones muy complejas, pero no va a cambiar el hecho de que muchas mujeres viven situaciones de violencia y abuso, o no tienen los conocimoentos o recursos suficientes para utilizar métodos anticonceptivos, o engendren hijos que crecerán en un ambiente precario y hostil debido a la profunda desigualdad que padece nuestro país.
A mi me suena a poco mas que hacernos creer que seremos un país desarrollado y progresista mientras todo sigue donde mismo.
Para mi toda esta discusión sobre el aborto me parece un lindo intercambio entre los que nos creemos intelectuales y pertenecemos precisamente a la porción adinerada del país que no necesitamos, realmente, la aprobación de esta ley, porque en caso de necesidad, de todas maneras podríamos pagar un aborto (prueba de esto es que la mayoría de nosotros estamos comentando desde nuestros bonitos aparatos con acceso a internet). 
Y, afrontémoslo, ni quienes tanto desean libertad para abortar cambiarán de opinión si les digo que creo que es un crimen, ni los que creemos que el aborto no debe ser legal en toda circunstancia cambiaremos de opinion si nos dicen que la mujer tiene derecho sobre el crío en formación.
Y mientras estamos tan entretenidos discutiendo, seguimos sin hacer lo que deberíamos: esforzarnos/luchar/trabajar para que las condiciones de vida que creemos tan injustas sean diferentes.

domingo, 19 de octubre de 2014

¿Y por qué no hace la clase usted?

Ser profesor. Oficio bendito, dice M. A. de la Parra.
Posición de autoridad, respetada encarnación de la sabiduría, puente al conocimiento, representación del saber... mis polainas.
Durante mi escolarización, escuché cientos de veces la terrible frase. Todos tuvimos un compañero insoportable que se dedicaba a dormir y, en sus escasos momentos de lucidez, a cuestionar las sagradas enseñanzas del profesor. Entonces sobrevenía (con una carga emocional que solo hoy puedo entender) la réplica "¿Por qué no pasa adelante y hace usted la clase?".
Alguien me contó una vez algo parecido y resulta que el crío se levantó y realizó la mejor clase que tuvo su curso en años. En fin. Salvo esta preciada excepción durante toda mi etapa escolar no pude interpretar esta frase más que como un desafío simbólico. Era una invitación, claro, sin embargo, era más bien una especie de ofensa. De fondo se escuchaba "Qué te crees, cabro chico. Con suerte sabes como se llama tu mamá y te atreves a cuestionarme" y todos, finalmente, concordábamos.
Las cosas, claro, han cambiado. Me considero una buena profesora. Confío en mis métodos, me tengo fe, pero, con estos escasos dos años de oficio jamás me atrevería a decir una aberración así.
Más bien, el desagradable desafío ha cobrado para mi un nuevo significado. En cada curso hay uno que sabe mucho más que tu. Con 14 años ha visitado más países, leído más libros, tenido conversaciones más interesantes y desarrollado más habilidades. Con 16 años ha aprendido 3 idiomas, 5 instrumentos, va en el nivel 6 del mapa de profesor y hecho 3 cursos en la escuela de verano. Para cuando alcanza los 17-18 ya se desencantó del mundo y volvió a amarlo, pasó por su crisis de fe y la solucionó, hace planes para vivir en otro país y, digámoslo lisa y llanamente, ha hecho cinco veces más que tu, en 6 años menos.
Y sin embargo están ahí, sentados en sus sillas, escribiendo como enajenados todo lo que uno dice, como si tuviera algo que enseñarles (algo que ya no sepan).
En cada curso hay uno que deslumbra. Levanta la mano para preguntar algo y te deja pensando toda la semana. Hace un comentario y sientes que debes volver corriendo a tu facultad. He tenido tres: una salió el año pasado, otra va en tercero y otro un año más abajo. Y los admiro.
Me encantaría poder desafiarlos y formular la pregunta que con tanto odio escuché tantas veces. Solo que el interés es genuino. Quizás qué maravillas aprendería en 45 minutos protagonizados por mis alumnos.
Tal vez deberíamos dejar de arrancarnos con los tarros. Seamos sinceros, hay bien poco que los cabros no puedan aprender sin nosotros. Los profesores somos absolutamente necesarios, pero de ninguna manera porque sepamos más. La información está al alcance de la mano, los tutoriales a la vuelta de la esquina. Cualquiera con internet y motivación aprende.
¿Para qué trabajamos en la escuela entonces?
Cuando estaba en media creía que la autoridad del profesor venía de su conocimiento y ahora no tengo muy claro de donde viene en verdad.
Hay que volver a pensar.
El rol del profesor está en crisis.

jueves, 19 de junio de 2014

Soy la Jai

¿Alguien cree en el poder de los nombres?
Yo soy una convencida de que los nombres tienen una influencia tremenda sobre el carácter de las personas. 
Todo comenzó el año 2005... La que en ese tiempo era mi mejor amiga y ahora ni siquiera se si siguió con su carrera, me introdujo a una de las películas que más ha impactado mi vida (porque es buenísima, porque está Orlando Bloom y porque me hizo descubrir el folk): Elizabethtown. En ella, la protagonista, la guapa Kristen Dunst haciendo de Claire, se dedican a la fabulosa profesión de recolectar nombres y así conocer a las personas. Ben: complejos e impredecibles, Ellen: perras, Phill: peligrosos, Mitch: divertidos y vitales.
Desde ese entonces que la idea de los nombres me obsesiona por completo. Colecciono a las personas por cómo se llaman y cómo les dicen y cuando alguien tiene un nombre muy extraño colapso y debo agregarlas a algún otro grupo, hasta que les aparece un par (actualmente están todos catalogados). 
Lo que pasa es que de tanto escuchar tu nombre una y otra vez, terminas por interiorizarlo y sentir que es tan tuyo como tu de tu nombre. Te metes a esas páginas con los significados, te lees y dices "oooh, es muy yo" y cuando conoces a alguien que se llama igual que tu le ruegas a Dios no ser parecido a tal. Porque los nombres significan cosas y, aunque no sea nuestro idioma, de alguna manera, repetición tras repetición, te la crees.
¿Me van a decir que las Anitas no son todas graciosas, amorosas, delicadas emocionalmente? ¿O que las Javieras no somos perfeccionistas, frías y responsables? ¿No son todas las Catalinas introvertidas y con una tremenda riqueza anterior que quieren ocultar? ¿No son los Carlos todos unos empecinados luchadores, fuertes y duros de carácter? ¿Los Camilos, tormentosos? ¿Las Isabeles, dulces? ¿Los Benjamines, dependientes? ¿Las Victorias, revoltosas? ¿Los Samueles, brillantes? ¿Las Claudias, graciosísimas? ¿Los Danieles, femeninos? ¿Las Gabrielas, fuertes? ¿Los Tomases hiperventilados? ¿Las franciscas abanderadas? Hagan el ejercicio y verán que las personas con el mismo nombre son como una misma persona criada en familias distintas.
Si le dicen "imbécil, imbécil, imbécil" todo el día a un niño, se le queda grabado en el alma y se comporta así. Si le dices "Beatriz, Beatriz, Beatriz" también la estás bendiciendo todo el día. Uf, la pallara tiene tanto poder...
Y tengo otra razón para pensar así. En la tradición judeocristiana (a la que pertenezco por misericordia de Jehová) el nombre es de importancia pero... religiosa (literalmente). Las personas eran nombradas para marcarlas, para declarar algo sobre ellos o para recordar su historia. Por eso, por ejemplo Isaac se llama "él me hace reír", porque cuando a Sara le dijeron que estaba embarazada... con noventa años, explotó de la risa con la sola idea... y bueno lo estaba, efectivamente. Y por eso Dios (y Jesús) le cambiaban el nombre a medio mundo. Ya no te llamas Abram, ahora te llamas Abraham. Ya no te llamas Noemí, ahora te llamas Mara. Ya no te llamas Simón, ahora te llamas Pedro. Ya no te llamas Saulo, ahora te llamas Pablo, etc.
Mi trauma era con mi nombre. Tengo uno solo: Javiera y significa la cosa más fome del mundo... ¿La de la casa nueva? ¿for rial? Siempre odie llamarme así porque encontré que no significaba nada... el mundo lleno de Gracias (Anas), Justicia (Danielas) y Elegidas (Marías) y uno ahí... la de la casa nueva. Más dome que corregir pruebas po...
Pero hace unas pocas semanas atrás una excumpa de de la universidad me posteó en Facebook lo siguiente:
jai.
(Del caló jai).
1. f. vulg. Mujer joven y atractiva.
(RAE)

Y por primera vez pensé: muy Javiera me llamaré... pero Javiera no me dice nadie... Obviamente lo de atractiva me dio bote, pero lo de mujer joven... me quedó dando vueltas. Me puse a investigar un poco y resulta que Jai es también una palabra hebrea, un nombre hebreo, y adivinen qué, pues sí. Jai significa vida... ¡Vida! 
¿No son la juventud y la vitalidad casi la misma cuestión? Y eso explicaría miles de cosas. Por qué me siento más cómoda entre los niños que entre los adultos, por qué el juego sigue siendo una de mis prioridades, por qué le veo caritas a todas las cosas, por qué ando todo el día hiperventilada, dispuesta a rearme y a tomarme las cosas poco en serio, por qué disfruto tanto las expresiones de vida en la naturaleza y en las personas y pues bueno, ahí está, tan claro como el agua. Yo soy la Jai.
Y la verdad, es que me sentí renombrada. Mi nombre es Javiera, me gusta, suena fuerte, con carácter, pero Jai... Jai es la vida de Dios, la vida EN Dios. Mi carnet dice Javiera, pero Jai, esa soy yo :)