jueves, 19 de junio de 2014

Soy la Jai

¿Alguien cree en el poder de los nombres?
Yo soy una convencida de que los nombres tienen una influencia tremenda sobre el carácter de las personas. 
Todo comenzó el año 2005... La que en ese tiempo era mi mejor amiga y ahora ni siquiera se si siguió con su carrera, me introdujo a una de las películas que más ha impactado mi vida (porque es buenísima, porque está Orlando Bloom y porque me hizo descubrir el folk): Elizabethtown. En ella, la protagonista, la guapa Kristen Dunst haciendo de Claire, se dedican a la fabulosa profesión de recolectar nombres y así conocer a las personas. Ben: complejos e impredecibles, Ellen: perras, Phill: peligrosos, Mitch: divertidos y vitales.
Desde ese entonces que la idea de los nombres me obsesiona por completo. Colecciono a las personas por cómo se llaman y cómo les dicen y cuando alguien tiene un nombre muy extraño colapso y debo agregarlas a algún otro grupo, hasta que les aparece un par (actualmente están todos catalogados). 
Lo que pasa es que de tanto escuchar tu nombre una y otra vez, terminas por interiorizarlo y sentir que es tan tuyo como tu de tu nombre. Te metes a esas páginas con los significados, te lees y dices "oooh, es muy yo" y cuando conoces a alguien que se llama igual que tu le ruegas a Dios no ser parecido a tal. Porque los nombres significan cosas y, aunque no sea nuestro idioma, de alguna manera, repetición tras repetición, te la crees.
¿Me van a decir que las Anitas no son todas graciosas, amorosas, delicadas emocionalmente? ¿O que las Javieras no somos perfeccionistas, frías y responsables? ¿No son todas las Catalinas introvertidas y con una tremenda riqueza anterior que quieren ocultar? ¿No son los Carlos todos unos empecinados luchadores, fuertes y duros de carácter? ¿Los Camilos, tormentosos? ¿Las Isabeles, dulces? ¿Los Benjamines, dependientes? ¿Las Victorias, revoltosas? ¿Los Samueles, brillantes? ¿Las Claudias, graciosísimas? ¿Los Danieles, femeninos? ¿Las Gabrielas, fuertes? ¿Los Tomases hiperventilados? ¿Las franciscas abanderadas? Hagan el ejercicio y verán que las personas con el mismo nombre son como una misma persona criada en familias distintas.
Si le dicen "imbécil, imbécil, imbécil" todo el día a un niño, se le queda grabado en el alma y se comporta así. Si le dices "Beatriz, Beatriz, Beatriz" también la estás bendiciendo todo el día. Uf, la pallara tiene tanto poder...
Y tengo otra razón para pensar así. En la tradición judeocristiana (a la que pertenezco por misericordia de Jehová) el nombre es de importancia pero... religiosa (literalmente). Las personas eran nombradas para marcarlas, para declarar algo sobre ellos o para recordar su historia. Por eso, por ejemplo Isaac se llama "él me hace reír", porque cuando a Sara le dijeron que estaba embarazada... con noventa años, explotó de la risa con la sola idea... y bueno lo estaba, efectivamente. Y por eso Dios (y Jesús) le cambiaban el nombre a medio mundo. Ya no te llamas Abram, ahora te llamas Abraham. Ya no te llamas Noemí, ahora te llamas Mara. Ya no te llamas Simón, ahora te llamas Pedro. Ya no te llamas Saulo, ahora te llamas Pablo, etc.
Mi trauma era con mi nombre. Tengo uno solo: Javiera y significa la cosa más fome del mundo... ¿La de la casa nueva? ¿for rial? Siempre odie llamarme así porque encontré que no significaba nada... el mundo lleno de Gracias (Anas), Justicia (Danielas) y Elegidas (Marías) y uno ahí... la de la casa nueva. Más dome que corregir pruebas po...
Pero hace unas pocas semanas atrás una excumpa de de la universidad me posteó en Facebook lo siguiente:
jai.
(Del caló jai).
1. f. vulg. Mujer joven y atractiva.
(RAE)

Y por primera vez pensé: muy Javiera me llamaré... pero Javiera no me dice nadie... Obviamente lo de atractiva me dio bote, pero lo de mujer joven... me quedó dando vueltas. Me puse a investigar un poco y resulta que Jai es también una palabra hebrea, un nombre hebreo, y adivinen qué, pues sí. Jai significa vida... ¡Vida! 
¿No son la juventud y la vitalidad casi la misma cuestión? Y eso explicaría miles de cosas. Por qué me siento más cómoda entre los niños que entre los adultos, por qué el juego sigue siendo una de mis prioridades, por qué le veo caritas a todas las cosas, por qué ando todo el día hiperventilada, dispuesta a rearme y a tomarme las cosas poco en serio, por qué disfruto tanto las expresiones de vida en la naturaleza y en las personas y pues bueno, ahí está, tan claro como el agua. Yo soy la Jai.
Y la verdad, es que me sentí renombrada. Mi nombre es Javiera, me gusta, suena fuerte, con carácter, pero Jai... Jai es la vida de Dios, la vida EN Dios. Mi carnet dice Javiera, pero Jai, esa soy yo :)


miércoles, 18 de junio de 2014

¡Protesta silenciosa mis polainas!

Este ha sido un mes extraño. Mis alumnos andan particularmente hiperventilados con el tema del mundial... en dos sentidos diferentes. Por un lado, está mi querida masa de estudiantes que prenden con agua y siguen con toda atención el paso a paso de la roja. Por el otro, está la minoría crítica que decidió abstenerse de toda actividad remotamente mundialera para manifestar su descontento.
Independientemente de la opinión que cada cual tenga sobre el mundial, me llamó particularmente la atención el concepto con el que mis queridos alumnos de la resistencia se explican: protesta silenciosa. Es un concepto curioso ¿verdad? porque uno pensaría que el gesto de protesta es en si violento y ruidoso, porque tiene por objetivo, precisamente el hacerse ver y, sobre todo, hacer ver que uno está en lo cierto y que el otro está equivocado. Pues parece que no, al parecer existen maneras "silenciosas" de protestar.
No usar el transporte público para protestar silenciosamente por la contaminación que genera, no comer alimentos de origen animal para protestar silenciosamente por el maltrato que sufren, no depilarse para protestar silenciosamente sobre la discriminación de género, no asistir a una congregación para protestar silenciosamente por la inconsistencia de tus hermanos... suena... valido... creo.
Sin embargo, suena también bastante contraproducente. En una ciudad con más de siete millones de habitantes que una persona deje de comprar leche en el supermercado realmente no cambia nada. Tal vez es el mismo litro de leche que se va a podrir en el refrigerador de alguien más. En un bus donde (a la fuerza) está la mitad de la población de Chile, tu ausencia no hace más que hacer más cómodo el viaje.
Y no solo eso... la protesta silenciosa es contraproducente también porque, para ser sincera, casi nunca lo es. No es una protesta, en primer lugar, y en segundo ¿silenciosa? ¿es en serio? Porque silenciosa sería si lo hicieras para tus adentros, pero la verdad es que este tipo de acciones suele acompañarse por un complejo de superioridad insoportable expresado en constantes, irritantes, inadecuados y egófilos comentarios sobre las razones y ejecuciones de la protesta "silenciosa". Fotos en Facebook, twitteos pedantes, cara de culo, un súbito cambio de look hacia lo hippie (pobres hippies, disculpen que los compare con este género humano)... uf.
Tengo una linda compañera de trabajo que tiene el rollo feminista a full y dijo (parafraseando) que no está de acuerdo con que la mujer deba depilarse, pero lo hace porque sabe que eso incomodará a los chicos y prefiere educar el cambio antes de imponer el vello corporal. Y les aseguro que es la persona más influyente en todo el colegio. ESO si es silencioso.... y efectivo.
Y me podrán decir "ya ¿y cómo Ghandi?", pero Ghandi era una figura pública, altamente influyente, visible y poderosa, que contaba con el respaldo de mogollón de personas y, para qué andamos con cosas, era un rockstar, favorito de la prensa. Que él se dejara morir de hambre podía causar un cambio, pero que un simple peón deje de depilarse las axilas ¿le importa a alguien? Cuidado... no vayas a derrumbar la industria ganadera con tus hamburguesas de soya (plis...)
Seamos sinceros, la protesta silenciosa es una pedante manera de limpiarse la propia consciencia a costa de ensuciar la del otro. Lo hacemos para sentirnos mejor con nosotros mismos y, la mayoría de las veces, para sentirnos mejor que el resto.
Si algo te indigna tanto como para protestar, pues anda y protesta en serio. Pero si alguna causa te importa realmente, entonces súmate a alguien carismático que te represente, se ese segundo que dará fuerza a su movimiento y asume que la causa que sigues vale más que el reconocimiento, más que ser mirado. ¿Te indigna la pobreza? Pues comparte lo que tienes. ¿Te indigna la desigualdad de género? pues reivindica la feminidad y en suma, educa, educa, educa para que, persona a persona, las cosas cambien. Por que el mundo, tal y como van las cosas, no van a cambiar con presión silenciosa. Si algo realmente vale la pena, entonces posterga tu necesidad de ser visto y aplaudido para tomar decisiones reales que efectivamente promuevan un cambio.
Y, en suma, haz todo lo que no estoy haciendo yo en este texto.