lunes, 15 de abril de 2013

Lorca strikes again

En la vida son pocas las personas que están conformes con lo que tienen y lo que son. La gente dice que las mujeres somos todas iguales y que si tenemos el pelo negro lo queríamos rubio, y si lo tenemos liso lo queríamos crespo y si somos guatonas queremos ser flacas y que en realidad ninguna mujer se va a dejar de quejar nunca en su vida. Pues bien, no somos "las mujeres", somos todos, en realidad.
Por un lado el inconformismo es el mal necesario para un bien mayor. Si estuviéramos todos tan cómodos con todo en la vida, entonces no avanzaríamos en nada, porque ¿Cuál sería el punto?
El problema es que a fin de cuentas el inconformismo es como la orilla del río que traga y traga agua y nunca sacia su sed. ¿Querías ser más inteligente? Bueno, ahora te faltan amigos... y si lo que te faltaba era plata ahora no tienes tiempo, y si lo que querías era el tiempo, ahora te alta entretención, y si lo que querías era entretención ahora te falta sentido, y si lo que querías era sentido, ahora te falta esperanza, y si lo que querías era esperanza, ahora te falta razón, y si lo que querías era razón, ahora te falta impulsividad, y si lo que querías era impulsividad, ahora te falta estabilidad, y si lo que querías era estabilidad, ahora te sobra rutina y, en fin... la cosa es de nunca acabar, verdad?
Aunque tal vez el problema no sea ese, sino que uno sabe quién, qué le conviene y qué quiere, pero casi nunca las tres cosas son convergentes. A veces, no se, uno es malo para los deportes, quiere ser jugador de fútbol, pero le conviene estudiar leyes... y así.
Y tarde o temprano hay que elegir una de las tres cosas: soy quien soy, seré lo que quiera ser, o seré lo que me convenga más. Y elija lo que elija siempre quedará la duda: "y que tal si hubiese..."
De una mente llena de ilusiones habrá que escoger entre lo lógico, lo fácil y la ilusión y siempre iremos trastrabillando entre una decisión y otra hasta que, con un poco de suerte, podamos mirar atrás y decir "Todo calza... pollo" o no.
Bien lo sabía Lorca y obligó a la Novia de Bodas de Sangre a decirlo por el, cuando rompe a clamar diciendo:
"Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera, y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!; yo no quería, ¡óyelo bien!. Yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, siempre, aunque hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los cabellos!"
Yo soy la mujer quemada, el era lo conveniente, el otro el que maniataba el deseo.

Trabajo, carrera, familia, sexo, residencia, amigos, romance, colegas, inversiones, todos, todos por una razón u otra nos hemos partido en tres y preguntado ¿Por qué lo hice todo al revés?

En ese momento hay que prender el computador, meter un DVD y ver Valiente, esperar a que, cuando los niveles hormonales se normalicen, mirar alrededor no sea doloroso y podamos decir con calma "Todo va bien".

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